Descubre tu identidad en Cristo como nunca antes
Contenido
- Introducción
- Diferencia entre el cristianismo y otras religiones
- El propósito de la ley de Moisés
- Ser hijos de Dios a través de la fe en Cristo
- Nuestra identidad en Cristo
- Nuestra conexión con Dios
- Nuestra conexión con los demás creyentes
- Nuestra conexión con la historia de la fe
- Conclusión
El Verdadero Cristianismo: Una Identidad en Cristo
¡Bienvenidos todos al maravilloso mundo del cristianismo verdadero! En este artículo, exploraremos las diferencias esenciales entre el cristianismo y otras religiones. Te mostraré cómo el cristianismo, en su verdadera forma, difiere de lo que algunos llaman "iglesianidad". Además, discutiremos el propósito de la ley de Moisés y su relevancia para nuestra vida como creyentes. Pero antes que nada, vamos a desmitificar la idea de que el cristianismo se trata de alcanzar a Dios a través del esfuerzo humano. ¡Al contrario! En el cristianismo verdadero, es Dios quien se acerca a nosotros desde el cielo y nos dice: "Cree en mí".
Diferencia entre el cristianismo y otras religiones
La verdadera diferencia entre el cristianismo y cualquier otra religión radica en la forma en que nos acercamos a Dios. En todas las demás religiones, es la humanidad la que trata de llegar a Dios de alguna manera: a través de la sabiduría humana, el esfuerzo humano, los logros humanos o los sacrificios humanos. Pero en el cristianismo verdadero, es Dios quien se acerca a nosotros desde el cielo y nos invita a creer en Él. No se trata de nuestra sabiduría, logros o buenas obras. Nuestra relación con Él se basa en lo que Él nos da, en lo que ha hecho por nosotros en Jesucristo.
El propósito de la ley de Moisés
Un pregunta relevante es: ¿Entonces, cuál es el lugar de la ley de Moisés en nuestras vidas? ¿Fue un error cuando Dios dio los diez mandamientos? En absoluto. No hubo ningún error en los diez mandamientos o en la ley de Moisés. Su propósito era mostrarnos cómo vivir delante de Dios y nuestra incapacidad para cumplir con esa ley. No determinan nuestra relación con Dios.
Ser hijos de Dios a través de la fe en Cristo
En Gálatas 3:23, Pablo nos enseña que antes de la fe, estábamos bajo la protección de la ley. La ley nos mantenía bajo custodia, ya que nos enseñaba que no podíamos vivir de acuerdo con la ley de Dios perfectamente. Sin embargo, después de la fe en Cristo, ya no estamos bajo la tutela de la ley. Ahora tenemos libertad en Cristo.
La ley nos mantenía en custodia, pero nuestra fe en Cristo nos justifica ante Dios. Nuestra relación con Él se basa en la fe, no en nuestra capacidad para cumplir con la ley. La ley fue un tutor para guiarnos hacia Cristo, para que pudiéramos ser justificados por la fe en Él.
Nuestra identidad en Cristo
¿Quiénes somos en Cristo? Según Gálatas 3:26, todos nosotros somos hijos de Dios a través de la fe en Cristo Jesús. Esta es una posición y una identidad gloriosa. Significa que tenemos una relación especial con Dios como Padre amoroso, que nos cuida y nos protege, independientemente de nuestra sabiduría o logros.
Además, al ser bautizados en Cristo, nos hemos revestido de Él. Cuando somos bautizados, nos sumergimos en el agua, lo que representa nuestra inmersión en Cristo. Ya no vivimos para nosotros mismos, sino que vivimos revestidos por Él. La gente puede ver que pertenecemos a Jesús.
Nuestra conexión con Dios
Ser hijos de Dios significa que tenemos una conexión especial con Dios. Tenemos acceso a Él como Padre amoroso. Ya no vivimos bajo el dominio de la ley, sino bajo la gracia de Dios. Ahora podemos acercarnos a Él con confianza y seguridad, sabiendo que Él nos ama y cuida de nosotros como un buen padre.
Nuestra conexión con los demás creyentes
Como creyentes en Cristo, también estamos conectados con otros creyentes. Ya no hay divisiones entre nosotros basadas en raza, género, estatus social o cualquier otra cosa. Todos somos uno en Cristo. Esta unidad es un testimonio poderoso de nuestro amor por Jesús y nuestro amor mutuo como hermanos y hermanas en Cristo.
Nuestra conexión con la historia de la fe
No solo estamos conectados con los creyentes contemporáneos, sino que también estamos conectados con la historia de la fe. Siendo hijos de Dios a través de la fe en Cristo, caminamos en la misma línea de los creyentes del pasado, incluyendo a Abraham. Somos coherederos de la promesa que Dios hizo a Abraham.
Esta conexión con la historia de la fe nos da una perspectiva más amplia y profunda de nuestra identidad y propósito en Cristo. Somos parte de algo más grande que nosotros mismos, somos parte de un plan eterno de Dios para la redención de la humanidad.
Conclusión
En resumen, el verdadero cristianismo no se trata de seguir reglas o alcanzar a Dios a través de nuestra propia sabiduría, esfuerzo o logros. Se trata de aceptar la obra de Dios en Cristo, creyendo en Él y recibiendo Su gracia por medio de la fe. En Cristo, somos hijos de Dios, revestidos de su amor y gracia. También estamos conectados con otros creyentes, sin importar su raza, género o estatus social. Además, estamos conectados con la historia de la fe, caminando en el mismo camino que los creyentes del pasado. Esta es nuestra identidad en Cristo, ¡y es algo para celebrar!
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