El Tabernáculo: Revelaciones para una relación más profunda con Dios
Índice de contenidos:
- Introducción
- La Tienda Hamiska
- El patio del Tabernáculo
- El altar
- La pila de bronce
- La Menorá
- La mesa de los panes
- El velo
- El Arca del Pacto
- El Propiciatorio
¡Bienvenido al Tabernáculo Hamiska!
El Tabernáculo Hamiska, cuyo nombre en hebreo significa "Morada", era el lugar donde Dios habitaba con su pueblo. Sus elementos nos enseñan cómo relacionarnos con Dios. Después de liberar a los israelitas de la esclavitud en Egipto, Dios les dio instrucciones detalladas sobre cómo construir esta morada. Una vez construido, el Señor descendió sobre el Tabernáculo en una columna de nube. Cortinas separaban todo el Tabernáculo del resto del campamento israelita.
El patio del Tabernáculo era la parte más grande del Tabernáculo. Aquí se encontraba el altar, una caja de madera cubierta de bronce en forma de cuadrado. Medía aproximadamente siete y medio pies de largo y siete y medio pies de ancho. En cuanto a la altura, tenía alrededor de cuatro pies y medio. Dentro de la caja había un espacio hueco donde los sacerdotes insertaban brasas. Encima, había una rejilla de bronce donde los sacerdotes colocaban los animales para el sacrificio. En cada esquina del altar había un cuerno, formando parte de una sola pieza con el altar. Debajo de la cornisa había cuatro anillos de bronce que permitían insertar varas de transporte para que los israelitas pudieran transportar el altar.
Entre el altar y la tienda de reunión había una pila de bronce. Aquí los sacerdotes debían lavarse las manos y los pies antes de ofrecer sacrificios o entrar en la tienda.
En el interior de la tienda se encontraba una de las piezas más reconocidas de todo el Tabernáculo: la Menorá, un candelabro con tres brazos que se elevaban a cada lado para formar un total de siete lámparas. Este candelabro de oro macizo pesaba alrededor de 75 libras. Cada lámpara era una pequeña copa que el sacerdote llenaba de aceite para alimentar la luz. En medio del brazo había flores de almendro. La Menorá tenía un propósito muy práctico, ya que era la única fuente de luz en la tienda, una luz eterna que nunca debía extinguirse.
También en la tienda se encontraba una mesa de madera cubierta de oro. Sobre ella debían permanecer siempre los panes de la presencia, que simbolizaban el deseo de Dios de estar con su pueblo. Debían quemarse continuamente en el altar. Dios instruyó a los sacerdotes a reponer el incienso todas las tardes y mañanas.
Un velo separaba el lugar santo del santísimo. La Menorá, el altar del incienso y los panes de la presencia estaban todos en el lugar santo, pero fuera de este velo, al igual que las cortinas que cubrían la tienda de reunión, había un velo azul, púrpura y escarlata con querubines. Más allá del velo, al final del Tabernáculo, estaba el Arca del Pacto.
El Arca era una caja de madera cubierta de oro, de casi cuatro pies de largo y dos pies y tres pulgadas de ancho y altura. Al igual que el altar, el Arca tenía anillos y varas para que los israelitas pudieran transportarla durante sus viajes. En el interior del Arca se encontraban las dos tablas de piedra en las que Dios había escrito los Diez Mandamientos. Más tarde, también contenía una muestra del maná y la vara que floreció para reafirmar el liderazgo de Aarón.
El Propiciatorio era la tapa del Arca y se destacaba especialmente en el Yom Kippur, o Día de la Expiación. En cada extremo había un querubín mirando al otro con las alas extendidas. Esta cubierta estaba hecha de oro macizo. El sacerdote rociaba la sangre del sacrificio sobre este Propiciatorio, simbolizando que los pecados de la nación estaban cubiertos por otro año. Aunque solo el sumo sacerdote lo veía, el Propiciatorio era el símbolo clave de la expiación, mostrando que Dios perdonaría a su pueblo.
Aunque los sacerdotes tenían que realizar sacrificios repetidos, un hombre ofreció un sacrificio para expiar el pecado de una vez por todas. Jesús, el Mesías, murió y roció su propia sangre ante Dios, asegurando la expiación para siempre para todos los que confiaran en Él. Jesús nos limpia y nos permite acercarnos correctamente al Señor. Rasgó el velo que mantenía distancia entre Israel y el Señor, y ahora habita entre su pueblo a través del Espíritu.
¡Descubra más sobre el Tabernáculo Hamiska y cómo sus elementos nos enseñan a relacionarnos con Dios en un nivel más profundo!