Mi aventura en la cerámica: cómo comencé mi negocio a los 23 años
Contenido
- Introducción
- Mi historia
- Por qué elegí la cerámica
- Cómo montar un estudio en el salón de mis padres
- Cómo vender mis productos
- ¿Qué haría de manera diferente?
- Conclusiones
🎨 Empezando mi aventura en la cerámica 🏺
La cerámica ha sido siempre mi pasión y, a pesar de mi temprana edad, decidí comenzar mi negocio de cerámica a los 23 años. Sin embargo, quiero dejar claro desde el principio que la edad no es el factor más importante en esta historia. Lo que verdaderamente importa es el momento adecuado para seguir tus sueños y dedicarte a lo que amas. En este artículo, compartiré mi experiencia personal como ceramista y te guiaré a través de los pasos que seguí para establecer mi propio estudio en el salón de mis padres, así como consejos sobre cómo vender tus productos y las lecciones que aprendí en el camino. ¡Así que vamos a sumergirnos en el apasionante mundo de la cerámica y descubrir cómo puedes hacer realidad tus sueños también!
Introducción
Permíteme presentarme, mi nombre es Garbo y soy un ceramista con sede en Montreal, Canadá. Mi estudio se llama Grumpiki Studio, donde vendemos una amplia variedad de cerámica única y asombrosa. En este artículo, te contaré mi historia y cómo encontré mi pasión por la cerámica, además de compartire el proceso de creación de mi propio estudio y cómo comencé a vender mis productos. También te brindaré consejos basados en mi experiencia y reflexiones sobre las cosas que cambiaría si pudiera volver atrás. ¡Así que prepárate para sumergirte en el maravilloso mundo de la cerámica y descubrir cómo puedes convertir tu pasión en un negocio exitoso!
Mi historia
Antes de adentrarnos en los detalles de cómo comencé mi negocio de cerámica, permíteme contarte un poco sobre mi formación académica y mi carrera profesional. Estudié arquitectura en la Universidad de Toronto y, aunque siempre me había interesado tanto las matemáticas como el arte desde pequeño, no fue hasta la universidad cuando descubrí mi verdadera pasión por la arquitectura. Antes de graduarme, realicé varias pasantías en el campo de la arquitectura y, aunque disfruté de la experiencia, me di cuenta de que no era algo que quisiera hacer de por vida.
Tras graduarme en 2020, encontré un trabajo en el campo de la construcción que me permitió trabajar desde casa durante la pandemia. Durante ese tiempo, sentí la necesidad de volver a crear algo con mis propias manos, algo tangible y artístico. Así fue como descubrí la cerámica y compré un paquete de arcilla de secado al aire en Amazon para hacer un regalo para el Día de la Madre. Después de hacer una placa para mi madre, me quedó mucha arcilla sobrante, así que comencé a experimentar y hacer platos y jarrones con caras divertidas.
Por qué elegí la cerámica
La cerámica me pareció el medio perfecto para dar rienda suelta a mi creatividad. No requería una gran inversión económica inicial y me permitía crear objetos decorativos únicos sin necesidad de ser experto en el campo. Poco a poco, empecé a publicar mis creaciones en Instagram y, para mi sorpresa, comencé a ganar seguidores y recibir mensajes de personas interesadas en comprar mis productos. Sin embargo, pronto me di cuenta de que la arcilla de secado al aire no era adecuada para crear cerámicas funcionales, ya que no era apta para uso alimentario. Esto me llevó a investigar más sobre la cerámica y descubrí que el barro era el material ideal para crear productos de calidad duraderos.
Cómo montar un estudio en el salón de mis padres
El siguiente paso en mi viaje de cerámica fue establecer mi propio estudio. Sin embargo, como aún no tenía suficiente experiencia ni recursos para alquilar un espacio, decidí montar mi estudio en el salón de mis padres. Aunque puede parecer un lugar poco convencional, tenía algunas ventajas, como el fácil acceso a un fregadero para lavarme las manos. Sin embargo, había ciertas limitaciones, como la falta de un horno cerámico.
Para solucionar este problema, contacté con varios estudios de cerámica en mi área y les pregunté si podían hornear mis piezas. Algunos estudios no permitían a artistas externos utilizar sus hornos, pero finalmente encontré uno que me ofreció un acuerdo.
¡Continuará...!